Estoy leyendo varios libros a la vez. Uno de ellos es ese aparéntemente pequeño diamante de Italo Calvino llamado: las ciudades invisibles. Cuando los narradores son poetas siempre consiguen estremecernos. Calvino es un maestro indicutible en éste terreno. Apenas he avanzado por algunas de sus páginas y ya siento que estoy ante uno de esos artistas que la los seres humanos necesitamos para sentirnos como tales. Las sesenta cúpulas de plata de la ciudad de Diomira son un presagio de que nos sumergimos en la lectura de un texto particular.
Desde aquí lanzo una invitación a repasar con los ojos las páginas de este gran Artista. Es verdad que hay mucho que leer pero no puedo dejar de recomendarlo.
La edición de Siruela, como todas las suyas es algo más que acertada, es elegante.
Un saludo y hasta la próxima.
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